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Si supieras, niña ingrata, lo que mi pecho te adora;

si supieras que me mata la pasión que por ti abrigo

tal vez, niña encantadora,

no fueras tan cruel conmigo.

Si supieras que del alma
con tu desdén ha volado
fugaz y triste la calma,
y que te amo más mil veces,
que las violetas al prado
y que a los mares los peces;

tal vez entonces, hermosa,
oyeras el triste acento
de mi querella amorosa;

y atendiendo a mi reclamo,
mitigaras mi tormento
con un beso y un “yo te amo”.

Si supieras, dulce dueño,
que tú eres del alma mía
el solo y único sueño;

y que al mirar tus enojos,
la ruda melancolía
baña en lágrimas mis ojos;

tal vez entonces me amaras,
y con tus labios de niño
mis labios secos besaras;

y cariñosa y sonriente
a mi constante cariño
no fueras indiferente.

Ámame, pues, niña pura
ya que has oído el acento
del que idolatrarte jura;

y atendiendo a mi reclamo,
ven y calma mi tormento
con un beso y un “yo te amo”.

Autor: Manuel Acuña​

Declamacion: Anthony Freites